"La música empieza donde se acaba el lenguaje"
Cuando uno va por las calles, ves a toda la gente con un par
de audífonos conectados a un aparato reproductor de música. Pasas al lado de un
auto y escuchas la radio prendida. Pasas por una construcción y te das cuenta
que están escuchando música. Buscas modos de terapia y, nuevamente, aparece la música.
Creo que a varios nos pasa que, al escuchar una canción,
nuestras sensaciones se manifiestan, despiertan los recuerdos, la mente se
expresa. Y creo también que eso fue más o menos lo que la profe Erna quiso, de
cierta forma, mostrarnos. La instrucción para esa clase fue: traigan un
instrumento. Probablemente debía ser un instrumento con el que nos sintiéramos
unidos e identificados, pero siendo realistas, lo que más hay en las casas son
flautas y guitarras. Quien hubiese pensado que llegarían kultrún, violín, Kalimba y djembes…
Si bien la clase daba inicio a las 2:30 de la tarde, creo
que es importante destacar que la experiencia comienza unas horas antes.
Tuvimos una gran ventana ese día, por lo que hubo arto rato para dejarnos
llevar. La escuela se llenó de diferentes melodías, cantos y, sobretodo, muchas
risas.
Llega el minuto de la clase, dejamos los instrumentos a un
lado para que la profe Erna nos hable un poco de diferentes conceptos de
creatividad. Una vez lista la primera actividad, pusimos todos los instrumentos
al centro de la sala, sumándose algunos que la profe trajo de su propio
arsenal. Nosotros los rodeamos y elegimos uno que no fuera el que habíamos traído.
Yo elegí las claves, instrumento de percusión, básicamente compuesto por dos
palos que hacen un sonido muy agradable al “chocarlos”. La profe puso en el
proyector diferentes colores y nos dijo que hiciéramos sonidos acordes a lo que
nos hacían sentir. Así, si salía el rojo, habían sonidos fuertes y energéticos,
si salía amarillo habían tonos alegres y si salía azul, se escuchaban melodías
un poco más melancólicas. Hicimos esta actividad de nuevo, pero con palabras
como felicidad, enojo, etc. Luego nos juntamos en grupos de instrumentos, juntándose
las cuerdas con las cuerdas, los vientos con los vientos, y así todos. La idea
era hacer una melodía armoniosa y luego presentarla al resto de los compañeros.
Funcionó bastante bien, logramos hacer algo bonito y, aunque al momento de
presentar tuvimos que improvisar un poco, logramos trabajar en equipo y lograr
un buen resultado.
Debo decir que me encantó esta clase, y creo que es a partir
de ésta que empiezo a tomarle el gustito a lo que hacemos todos los jueves
desde las 2:30. Creo que uno puede tener una gran conexión con la música, creo
que es un buen hilo conductor de sentimientos y creo que éste se forma al
escucharla, al crearla, al interpretarla.
Pero no creo solamente en la música hecha por la voz y por
los instrumentos, creo en la música de los pasos, del viento, en la música de
la respiración y también, aunque para algunos suene paradójico, creo en la
música del silencio.