Somos un todo, el perfecto
equilibrio entre el cuerpo y el espíritu…mente sana, cuerpo sano y viceversa
suelen decir. Y a su vez, el cuerpo es nuestra carta de presentación, una
sonrisa mostrando los dientes bien entusiasta no es lo mismo que una sonrisa
tímida, espalda encorvada no es lo mismo que una postura bien erguida.
Diciendo esto, doy paso a la
clase del día 9 de mayo, cuyo nombre deja mucho a la imaginación: Movimiento Creativo. Lo primero que se me viene a la mente es baile, si divago un poco más
pienso en mímicas y teatro, y si me voy muy en la vola digo que es extraño
ponerle el adjetivo “creativo”, pues al moverme genero impresiones, creo
mensajes…pero luego digo que quizás es solo una forma de hacer la clase más
llamativa.
En fin, entramos a la sala
nuevamente, no hay ninguna silla, estamos con ropa suelta, sin zapatos la
mayoría y ya como era común, altos niveles de conversación y, por qué no
decirlo, hiperactividad. Lo primero que recibimos es una crítica constructiva:
somos muy efervescentes y muy dependientes de nuestra comunicación verbal, lo
que le quita espacio a nuestra comunicación no verbal. Estamos tan insertos en
las palabras, que nos perdemos los mensajes más escondidos y que tienden a
pasar más desapercibidos. Y al escuchar esto nos vemos inversos en lo que será
el objetivo y temática de la clase.
Partimos con imitaciones de lo
que la profe Erna nos decía que hiciéramos junto a una pareja. “Uno para arriba
y el otro para abajo” “a un lado y luego a otro”, en fin. Lo siguiente fue
caminar por toda la sala, primero lento, luego más rápido y siempre en
silencio, debíamos estar conscientes de nuestros pasos, de la gente. En este
contexto, vino la actividad que a mí me hace más sentido, la que más me gusto y
creo que la que me ayudó más a rescatar características de varios de mis
compañeros. Saludarnos. Con apretón de manos, apretón de mejillas, de oreja,
comunicación con la espalda y esto con todas las personas que cruzaran nuestro
camino. Algunos eran más expresivos que otros, algunos saludaban entusiastas,
otros relajados, otros alegres, otros tímidos y otros con desinterés. También
me paso que dependiendo de la persona, había distintas llegadas. Con las
personas más cercanas eran saludos más histriónicos o ya de por sí me pasaba
que el saludo era simplemente una explosión de risa. Con otros era un saludo
alegre, atento y con otros podía ser solo una cordialidad, pero siempre en el
plano de la simpatía, el humor y la buena onda.
Luego nos juntamos en grupos,
cerramos nuestros ojos y nos tomamos las manos. Nos empezamos a comunicar por
el tacto, por el cariño, la transferencia de calor. “No estás solo”.
Para finalizar, nos acostamos en
el suelo, dejamos que nuestro cuerpo se relajara, cerramos los ojos y nos
hicimos conscientes de lo que había pasado en la clase.
Ya no estoy segura si este ramo
es de auto-conocimiento y creatividad o si es para que nos convirtamos en una
familia más que curso…quizás sea un poco de los dos.
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