martes, 4 de junio de 2013

¡Que las palabras se las lleve el viento!
Somos un todo, el perfecto equilibrio entre el cuerpo y el espíritu…mente sana, cuerpo sano y viceversa suelen decir. Y a su vez, el cuerpo es nuestra carta de presentación, una sonrisa mostrando los dientes bien entusiasta no es lo mismo que una sonrisa tímida, espalda encorvada no es lo mismo que una postura bien erguida.

Diciendo esto, doy paso a la clase del día 9 de mayo, cuyo nombre deja mucho a la imaginación: Movimiento Creativo. Lo primero que se me viene a la mente es baile, si divago un poco más pienso en mímicas y teatro, y si me voy muy en la vola digo que es extraño ponerle el adjetivo “creativo”, pues al moverme genero impresiones, creo mensajes…pero luego digo que quizás es solo una forma de hacer la clase más llamativa.
En fin, entramos a la sala nuevamente, no hay ninguna silla, estamos con ropa suelta, sin zapatos la mayoría y ya como era común, altos niveles de conversación y, por qué no decirlo, hiperactividad. Lo primero que recibimos es una crítica constructiva: somos muy efervescentes y muy dependientes de nuestra comunicación verbal, lo que le quita espacio a nuestra comunicación no verbal. Estamos tan insertos en las palabras, que nos perdemos los mensajes más escondidos y que tienden a pasar más desapercibidos. Y al escuchar esto nos vemos inversos en lo que será el objetivo y temática de la clase.
Partimos con imitaciones de lo que la profe Erna nos decía que hiciéramos junto a una pareja. “Uno para arriba y el otro para abajo” “a un lado y luego a otro”, en fin. Lo siguiente fue caminar por toda la sala, primero lento, luego más rápido y siempre en silencio, debíamos estar conscientes de nuestros pasos, de la gente. En este contexto, vino la actividad que a mí me hace más sentido, la que más me gusto y creo que la que me ayudó más a rescatar características de varios de mis compañeros. Saludarnos. Con apretón de manos, apretón de mejillas, de oreja, comunicación con la espalda y esto con todas las personas que cruzaran nuestro camino. Algunos eran más expresivos que otros, algunos saludaban entusiastas, otros relajados, otros alegres, otros tímidos y otros con desinterés. También me paso que dependiendo de la persona, había distintas llegadas. Con las personas más cercanas eran saludos más histriónicos o ya de por sí me pasaba que el saludo era simplemente una explosión de risa. Con otros era un saludo alegre, atento y con otros podía ser solo una cordialidad, pero siempre en el plano de la simpatía, el humor y la buena onda.
Luego nos juntamos en grupos, cerramos nuestros ojos y nos tomamos las manos. Nos empezamos a comunicar por el tacto, por el cariño, la transferencia de calor. “No estás solo”.
Para finalizar, nos acostamos en el suelo, dejamos que nuestro cuerpo se relajara, cerramos los ojos y nos hicimos conscientes de lo que había pasado en la clase.
Ya no estoy segura si este ramo es de auto-conocimiento y creatividad o si es para que nos convirtamos en una familia más que curso…quizás sea un poco de los dos.






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